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La historia de Marcos

Con su nueva película Entrelobos, Gerardo Olivares pretende "enseñar la Sierra de Córdoba como nunca se ha hecho y de paso apoyar la candidatura de la capitalidad cultural cordobesa a nivel mundial". Tras el monumental fiasco de El libro de las aguas (fiasco artístico y comercial, pero también político, del que quizás alguien debiera dar cuenta), tal vez convendría ir con tiento en estas aventuras cinematográficas que, con tal de obtener los apoyos institucionales necesarios, más preocupadas parecen andar en aspectos promocionales que en los puramente cinematográficos.

La película Entrelobos, que próximamente comenzará a rodarse en el Parque Natural de Cardeña-Montoro, está basada en la historia real de Marcos Rodríguez Pantoja, un niño salvaje que, según se anda difundiendo como avanzadilla, habría sido vendido a los siete años por su padre para cuidar rebaños de cabras y ovejas y abandonado finalmente en el monte durante doce años, sin apenas contacto con la civilización. Marcos, que aún vive, es natural de Añora.

Reconozco que esta historia no me gusta y que, sobre todo, no me gusta que se cuente esta historia de Los Pedroches. Quizás sean prejuicios infundados, pero me temo que la película podría transmitir una imagen nuevamente desenfocada de nuestra comarca, donde se venden y compran niños como reflejo de una sociedad atrasada y miserable, inculta y sin civilizar. Y la realidad muy bien pudiera ser otra.

Según el investigador Gabriel Janer Manila en su libro La problemática educativa dels infants selvátics: El caso de Marcos (Barcelona, 1984), Marcos Rodríguez Pantoja nació en Añora el siete de junio de 1946. Sus padres fueron Severino Rodríguez y Araceli Pantoja. Un comentario anónimo en Solienses aporta más datos sobre su filiación a efectos de identificación local: "Este niño nacio en Añora hijo de Severino a su vez hijo de Antonia Luna que era su abuela paterna e hijo de Araceli Pantoja a su vez hija de Marcos Pantoja apodado como Marcos el de la chaparra su abuelo materno". El matrimonio partió pronto a vivir a Madrid por falta de recursos económicos y allí, quizás a consecuencia de un parto dificultoso, murió la madre dejando tres niños. Uno de ellos marchó con una tía de Madrid y otro con unos familiares de Barcelona, quedando tan sólo Marcos al cuidado de su padre. Severino volvió a casarse enseguida con una mujer originaria de Cardeña, que también tenía un hijo. La familia no tarda en regresar al pueblo de la esposa, a comienzos de los años cincuenta.

Un día, quizás a la edad de siete años, "un señor con un caballo" pagó un dinero a su padre y se lo llevó a una sierra a cuatro kilómetros de Fuencaliente, donde quedó al cuidado de un anciano pastor que habitaba una cueva. Éste le enseñó algunas técnicas de supervivencia hasta que también se marchó, quedando Marcos abandonado al cargo de los rebaños hasta que, años después, fue recogido por la Guardia Civil.

Esta historia fue narrada y analizada desde el punto de vista antropologico y educativo por Janer Manila, un escritor especializado en literatura infantil y juvenil de corte fantástico. En su obra antes citada transcribe los testimonios orales del propio Marcos y a traves de ellos se han escrito y transmitido sus vivencias. Se trata, por tanto, de una fuente de información subjetiva de imposible contraste, dada la naturaleza de los hechos contados. Yo quisiera aquí reproducir algunos de los testimonios que Janer pone en boca de Marcos, obtenidos en 1975-76 y referidos a un episodio que llamaremos "Mi amiga la culebra":

Un día, estaba tomando la leche a la puerta de la casa y me viene una culebra, empezó la culebra a darme vueltas al aldo mío, pensé que tenía hambre, saqué un platito de un alcornoque y de la leche que yo estaba bebiendo le di un tetecito y viene ella y empezó a bebérsela. Y al día siguiente vino otra vez a la misma hora. Y luego yo estaba en medio del valle, por la tarde y se me presenta y yo no conocí que era la misma y se me ponía en pie, y movía la cabeza; yo estaba haciendo un agujero en la tierra para coger perdices (...) Cogí una cabra y le saqué leche y se la di a la culebra y se la tomó y ya no se fue. Se enroscó a mi lado con la cabeza un poco alta y llegó un pajarito pequeño con la pechuga colorada y se puso en una ramita y la culebra que lo vio se fue levantando pa arriba, pa arriba y movía la cabeza y ella hacía así, y así, y el pajarito no se podía mover y cuando lo tuvo se me acercó a mí, poco a poco y yo pensé me lo quiere dar a mí y no sabía si cogerlo. Lo cogí y empecé a jugar con él y estando jugando con el pájaro se me escapó y la culebra al ver que se me escapó el pájaro, la culebra, como si fuera una persona, empezó a ir de un lado a otro como si quisiera reir. Yo estaba jugando con las pelotas de los quejigos, igual que una encina, echa una bellota amargosa, amarga mucho. Me cogió una bola de aquellas y me la trajo y al yo quitársela no me la soltaba; salía a correr, luego venía y me la soltaba al lado. Luego, yo empecé a cogerle confianza y se vino siempre conmigo.

(...)

Y una noche, de tantas hierbas como comía, alguna cosa me hizo daño y yo sentía que tenía un dolor muy grande, sentía como devolver y no podía, me venía una cosa muy amarga y sudaba, no podía dormir, entonces la culebra me pegó un latigazo para que me levantara, me levanté y me indicó que encendiera una antorcha, monte atado a la jara, que saliera fuera y me llevó por un poquillo de pradera y me indicó una hierba que había, una hierba pegada al suelo, con muchas ramas, muy colorada, me indicaba que la cogiera y yo cogí la hierba y me la llevé a la cueva y entonces me cogió la hierba con la boca y me le echó en un puchero de barro que tenía, yo entendí que tenía que cocerla, la eché agua y la cocí, y me indicó que me la bebiera, me lo bebí, no hacía dos minutos que había bebido aquel caldo, madre mía, echaba una cosa verdosa por la boca, como veneno, se me fue calmando y se me quitó.

(...)

Por la misma tarde, salí a correr, a beber agua y, como un kilómetro antes de llegar al río, se me pone la culebra delante de mí como diciéndome que no siguiera, que me detuviera, se levantó la culebra, y yo iba muy deprisa, pero me paré, me agarré a una madroña que había, y entonces ella me indicó que mirara, y miré, pero había mucho monte y no se veía nada, y vi a un paso un pozo de una mina y, entonces, cogí unas rocas, la tiré y la tiré y no oí el ruido, era muy profundo, si no es por ella no lo cuento."

Mi natural escepticismo no es que me haga dudar de estos relatos memoriales, sino más bien de su interpretación, como la de toda la historia de Marcos. Un niño, como tantos en su época, dedicado a las labores ganaderas desde muy pequeño, cuidando rebaños en la sierra como tantos otros de su edad en tiempos de hambre y miseria generalizada. En la novela de la vida de uno de ellos, sublimada por su Jean Itard particular, encontramos la materia cinematográfica para una película moral o paisajística, pero no nos gustaría vernos reflejados en un retrato histórico tejido con tales estigmas de subdesarrollo.


"El Pequeño salvaje" de François Truffaut (1960)

13 comentarios :

Anónimo | miércoles, marzo 18, 2009 6:14:00 p. m.

sobre el fiasco del Libro de las Aguas, y la implicación de los políticos e instituciones en ello, creo que ya va siendo hora de que salgan a flote las responsabilidades. Cuanto dinero se gastó y quienes lo firmaron; cuanta es la rentabilidad que se ha obtenido de ello, etc. etc. Gracias a Dios en esta ocasión tenemos a los alcaldes intevinientes en la promoción en vídeos y en la claqueta, y es ya hora de que den la cara con los resultados. Las fotos se hacen y se apuesta por una iniciativa..., pero luego hay que dar la cara para responsabilizarse de las cosas. Eso, siempre, pero obligadamente cuando se juega con el dinero de los demás. Los experimentos en el laboratorio.

Anónimo | miércoles, marzo 18, 2009 6:40:00 p. m.

responsabilidades, responsabilidades,... qué gana...

Vamos a ver, ¿cuánto vale una actuación de una banda en una procesión determinada de Semana Santa? ¿Cuánto vale una obra de teatro que venta al Silo un día? pues, bastante más de la participación de cualquier ayuntamiento de la comarca en la película, que ahí queda. ¿Qué pasaría si no hubiese sido un fiasco? ¿se hubieses pedido también responsabilidades? ¡venga ya con tanta tontería!

Anónimo | miércoles, marzo 18, 2009 8:56:00 p. m.

Si supieramos cuando han puesto los ayuntamientos y la diputación para la película, podríamos decir si es poco o mucho.

Anónimo | miércoles, marzo 18, 2009 10:21:00 p. m.

Para la reivindicación del tren, que yo sepa, sólo han colaborado dos Ayuntamientos: Villanueva de Córdoba y Dos Torres. Del resto, no se sabe nada. ¿Ha colaborado alguno más?

Anónimo | jueves, marzo 19, 2009 10:39:00 a. m.

Que vayan pagando trampas Rosa & Cia del dichoso Libro de las Aguas, que en Villanueva del Duque todavía deben dinero que el jamón Lolita hace ya mucho que lo cagó.

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 9:31:00 a. m.

Esta historia para una película de Disney, quedaría estupendo.

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 12:18:00 p. m.

Hasta hoy no había podido leer la historia que cuenta este hombre. ¡Es impresionante!. Por cierto, ¿se sabe si esa culebra tan lista era también de Añora?.

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 1:09:00 p. m.

No ,la culebra era de las sierras donde se va ha hacer la pelicula.Las culebras de Añora son listas pero no tanto

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 1:46:00 p. m.

Antonio esta historia no te gusta ni a ti ni a nadie, pero en los años duros de la postguerra hubo tanta hambre y se paso tan mal que un niño con 7 u 8 años guardara cabras era lo mas normal.Lo anormal hubiera sido que los hijos de los pobres fueran a la escuela hasta los 12 o 14 años.Yo he oido historias de esa epoca para echarse a llorar ,soy 15 años o mas , mas viejo que tu

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 2:37:00 p. m.

En Los Pedroches como en tantos lugares de España se paso muy mal en los años 40.Que esta historia se haya sabido ahora es de lo mas normal.Cualquiera abria la boca, ni en los sesenta ¿Por que nuestros mejores intelectuales fueron al exilio o murieron? .Menos mal que aunque nos quejamos tanto, todo a cambiado

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 2:46:00 p. m.

Los Pedroches gracias a Dios y a quien le pese ya no son lo que eran en los años 40 y 50 Ahora estamos mucho mas modernos .Esta historia no nos gusta pero paso hace muchos años.No compares.

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 5:36:00 p. m.

Quise decir y pese a quien le pese

Anónimo | viernes, marzo 20, 2009 6:11:00 p. m.

Ahora nos quejamos muchisimo,muchas veces de vicio,pero cuando realmente la gente no tenía un pedazo de pan que llevarse a la boca era en esa época,y esto daba lugar a historias horribles que con esta historia se pueda dar una imagen del valle que a nadie gusta pues es verdad,pero en esos años solo había miseria y abusos por parte de quien se llamaban ricos que más que eso eran unos abusadores.

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