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De la experimentación al clasicismo: Algunos hombres


Algunos hombres. [Foto: David Molina].

De muchos nombres de los que un día formaron el movimiento cultural undergroung Pleasure en Pozoblanco apenas sabemos ya nada. Como resulta connatural a esta experiencia, sólo algunos logran mantenerse y sacar a flote, con el mismo entusiasmo o mayor, sus ideas del arte y la cultura, casi siempre despojadas ya del componente provocador consustancial a la primera vanguardia y refugiadas, no sin riesgo de credibilidad, en formas más clásicas y duraderas. Llega un día en que todos queremos dejar de ser la alternativa para convertirnos en el referente y es entonces cuando comienza otra etapa, verdaderamente difícil, de total exposición, pues ya no contamos en ella con el paraguas protector de la experimentación o la innovación, a las que todo se perdona.


La portada del disco reproduce una fotografía de Ignacio Pedraza.

De aquel semillero de promesas vienen Algunos hombres, en el siglo conocidos como Becerring Brothers y antes aún, en prehistorias que apenas duran años, como Tweilicht. Se acaban de presentar al público con un disco titulado Temario (La Mina Producciones), en el que difícilmente se reconocerían aquellos orígenes. Estamos ante una propuesta que rezuma clasicismo, porque clásico es un trabajo en el mundo del pop-rock cuyas referencias e inspiraciones son todas anteriores a los años 70 del siglo XX. Es una música hecha hoy pero que suena antigua, no conteniendo este adjetivo nada peyorativo, sino una marca de excelencia. No es casual que el disco se haya editado en formato LP, long-play, de los de vinilo de 33 r.p.m., con su cara A y su cara B, porque su concepción conviene a una época ya hoy revivida tan sólo en forma de nostalgias. Al rodar por los surcos del plástico, la desacostumbrada aguja, que ya se creía condenada al eterno descanso, rescata ecos de los sonidos acústicos de Alex Chiton o Neil Young y de otros filtros sólo perceptibles por paladares muy versados en el rockandroll clásico. El lirismo de las letras, no exentas de amargura, la voz de Marce, por momentos desgarrada, y la sobriedad y elegancia del conjunto, que se beneficia en las distancias cortas, conducen inevitablemente a un universo de humo y whisky donde resulta inevitable reconocerse y descansar, con la mirada fija en la pared.

Hace unas semanas Marce me envió el disco LP (que también conoce versión en CD y puede escucharse y descargarse gratuitamente aquí) y desde entonces no he dejado de escucharlo en momentos de larga tristeza, porque quería escribir estas líneas con el poso de emoción y melancolía que produce su música y no con la mera convención del agradecimiento o la deuda.


"Un viejo vals", grabado en el concierto del 28 de diciembre de 2012 en la Casa del Pozo Viejo de Pozoblanco.

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