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Visitamos con Solienses el castillo de Madroñiz


Grupo de amigos de Solienses que visitaron ayer el castillo de Madroñiz.

Cincuenta personas tuvieron ayer domingo el privilegio de visitar el castillo de Madroñiz, quizás el monumento más desconocido y, por ser de propiedad privada, más inaccesible de Los Pedroches. Situado junto al río Zújar en la confluencia de las provincias de Córdoba, Ciudad Real y Badajoz, el edificio, situado en el término municipal de El Viso, pertenece a la sociedad Mangadas del Zújar S.L. La construcción fue totalmente rehabilitada hace algunas décadas, tras lo cual fue muy frecuentada como alojamiento principalmente de cazadores, pero desde hace algunos años el recinto ha sido totalmente abandonado, con el inevitable deterioro que ello supone. La actividad estaba organizada por Solienses con motivo de su décimo aniversario y ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de El Viso a través de su alcalde, Juan Díaz, que también nos ha acompañado en la visita. Juan Bautista Carpio, director del Museo Prasa-Torrecampo y especialista en historia medieval de Los Pedroches, ha explicado in situ el contexto histórico en el que surgió la fortaleza y desarrolló su actividad, así como las motivaciones que la justificaron. La visita se ha convertido, por tanto, en una actividad cultural de mucho interés para los amantes de la historia de la comarca, que han podido acceder por primera vez a un edificio cuyo origen se remonta a la etapa de dominación musulmana.


Juan Bautista Carpio da explicaciones al grupo sobre el origen del castillo.

La jornada se ha iniciado con la reunión del grupo a las once de la mañana en las casas de administración de la finca al pie del cerro del castillo, al que a continuación hemos subido andando. El calor de la mañana no ha impedido disfrutar de la inmensidad del paisaje que se va contemplando durante el ascenso. Al llegar a la puerta del castillo, flanqueada por dos torreones cilíndricos, y ante una rampa de acceso bellamente poblada de amapolas, Juan Bautista nos dio las primeras explicaciones. Se refirió al probable origen árabe del castillo como puesto de vigilancia junto al río Zújar de la entonces importante vía de comunicación que unía Córdoba con Almadén y más tarde formaría parte de una serie de fortalezas que constituían un primer cerco defensivo de la ciudad de Córdoba. Las primeras referencias documentales del castillo datan ya del siglo XIII y están relacionadas con el proceso repoblador de Andalucía.


Vista del castillo de Madroñiz desde el camino de ascenso.

Acto seguido, entramos al castillo, cuyo primer patio evidenciaba ya la escasa actividad que ha conocido la fortaleza durante los últimos tiempos, dada la vegetación que lo cubría. Desde el patio del pozo o aljibe se accede a las antiguas caballerizas, hoy transformadas en comedor principal del edificio. Se trata de una sala alargada cubierta por una bóveda de cañón realizada con ladrillo del país iluminado apenas por dos pequeñas ventanas. El abandono que sufre la estancia y el polvo que cubre los muebles no impide fantasear allí con intensos banquetes de inspiración medieval. Desde el mismo patio se sube a dos terrazas sobre la muralla unidas por un estrecho pasadizo, en una de las cuales se conserva la mazmorra. La que más encanto tiene es la habilitada sobre la torre circular de la entrada, adaptada para uso recreativo. Las vistas desde allí son magníficas: el río Zújar, con su puente, el arroyo que separa Córdoba de Badajoz, los cerros de Ciudad Real, lo que la vista alcanza de las 2.400 hectáreas que rodean a la fortaleza y forman parte de la propiedad...


Vista del Zújar desde una de las terrazas.

Finalmente, iniciamos el ascenso a la torre del homenaje. En la planta baja la decoración conserva algunos animales disecados, que recuerdan la actividad cinegética de la zona. En los siguientes pisos hay diversos dormitorios a los que el abandono que sufre la construcción en su conjunto no ha privado totalmente del encanto que debieron derrochar cuando el edificio gozaba de su actividad plena: camas, armarios, mesillas, cuadros, todos ellos sucios y ajados, son testigos de las posibilidades turísticas del lugar y parecen pedir a gritos alguna actuación.

En la primera planta de la torre se encuentra el salón principal, que conserva en paredes y techo cuatro escudos de los señores de Santa Eufemia y un precioso dintel de ataurique de influencia toledana. Aquí, Juan Baustista volvió a ilustrarnos, entre otros episodios históricos, sobre los manejos del señor de Santa Eufemia, Gonzalo Mejía, para conseguir que la jurisdicción del castillo, que pertenecía a Gahete (Belalcázar), pasara a su propio señorío, para lo que no dudó incluso en falsificar documentos. Finalmente, y por una estrecha escalera, accedimos a la terraza de la torre del homenaje, desde donde la visión del impresionante paisaje circundante resulta ya espectacular.


Uno de los escudos de los señores de Santa Eufemia que se conservan en el salón principal.

Tras recorrer las distintas dependencias interiores del castillo, salimos de nuevo al exterior, donde nos hicimos unas fotos de grupo para el recuerdo. La experiencia ha resultado muy interesante y ha permitido un primer acercamiento al recinto fortificado a un variopinto grupo de solienses venidos desde Pozoblanco, Pedroche, Hinojosa del Duque, Puertollano, Torrecampo, El Viso, Añora, Villanueva de Córdoba y Córdoba capital. Tras bajar de nuevo a donde habíamos dejado los coches y mantener un ratillo de descanso y tertulia, iniciamos el regreso a nuestros pueblos, sin olvidar agradecer a los propietarios del castillo su amabilidad por abrirnos excepcionalmente las puertas a una fortaleza que guarda todavía entre sus muros el secreto de episodios notables relacionados con la historia nobiliaria de Los Pedroches.


Puerta de entrada a la fortaleza, más bella por la primavera.


Comedor principal, antiguas caballerizas.


Torre del Homenaje.


Puerta de entrada a la fortaleza vista desde el interior.


Los visitantes recorren el pasadizo de la muralla.


Dintel de ataurique en una de las puertas del salón.


Macizo rocoso visto desde la terraza de la torre.


Dependencias del castillo vistas desde la torre.


Puerta que comunica los dos patios.


El grupo inicia el descenso tras la visita.


La última foto antes de marchar, con el castillo al fondo.

2 comentarios :

José María Sánchez. | martes, mayo 14, 2013 9:42:00 a. m.

Día fenomenal, buena organización y buena gente, magnífica lección de historia de Los Pedroches y emocionantes sensaciones al trasladarte a otra época tan lejana en el tiempo y tan cercana al poder tocar e intuir lo que tu imaginación te diera.
Gracias Solienses, que se repita.

Anónimo | martes, mayo 14, 2013 2:12:00 p. m.

Yo no he podido ir, a ver si se repite que podamos verlo los que nos hemos quedado con las ganas.

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