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Félix Ángel Moreno Ruiz: "Mis lectores están en Los Pedroches"


Félix Ángel Moreno Ruiz, el pasado martes en Pozoblanco.

Félix Ángel Moreno Ruiz (Pozoblanco, 1969) va a publicar este otoño una nueva novela, que lleva por título Acuérdate de Paula porque vas a morir, en la editorial salmantina Amarante. Se trata de una novela negra ambientada en la Córdoba actual y protagonizada por emigrantes de Los Pedroches. El autor abandona así de momento a su inspector Homero, protagonista de sus dos anteriores novelas, pero no por mucho tiempo, pues el sabueso ya anda investigando otro crimen sucedido también aquí en nuestra tierra.

Félix Ángel ha publicado hasta el momento dos novelas de la serie de Homero, Un revólver en la maleta (Premio Solienses 2013) y Estaré esperando para matarte (2016), así como un libro de relatos, Misterio en Los Pedroches. Diez casos de la inspectora Julia (2015), y una obra de teatro, Pañuelos bajo la lluvia (2013). Su nueva obra pertenece también al género negro, en el que el autor se ha especializado y donde se encuentra cómodo, investigando formas y experimentando los hallazgos de otros autores, pues, como él mismo reconoce, en la novela negra “ya todo está inventado”.

Para hablar de su nueva obra, de las anteriores y de todo lo demás nos reunimos a tomar café en un bar de Pozoblanco una tarde plomiza en los estertortes del mes de agosto, cuando ya se prevé el final de las vacaciones de verano y la vuelta a las rutinas que septiembre trae consigo. Félix Ángel habla con entusiasmo de su obra y, sobre todo, del género, del que resulta ser un gran conocedor. La conversación, de más de una hora y que resulta imposible reproducir completa, aparece salpicada por los nombres de las grandes referencias del género, de Agatha Christie a Georges Simenón, de Conan Doyle a Andrea Camilleri, sin faltar sus traducciones cinematográficas, de Bogart a Tarantino.

Pregunta. El oficio de escritor es duro, pero te he leído en algún lugar que casi más duros son los oficios paralelos que el ejercicio de la escritura conlleva ¿a qué te refieres exactamente?

Respuesta. Cuando yo comencé a escribir la primera novela, Un revólver en al maleta, pequé de cierta ingenuidad al pensar que había hecho un producto mínimamente digno y que podría atraer a los lectores. Enseguida, sin embargo, te das cuenta de las inmensas dificultades que se presentan para poder llegar a publicarlo y de que en realidad en esta tarea no solamente está la escritura, sino otras muchas más cosas, que no tienen que ver con la escritura, pero que están ahí y lo condicionan todo.

P. Entre los oficios paralelos al de escritor, que parecen consustanciales a él, está el de presentador de sus propios libros. ¿Cómo llevas esta tarea?

R. Las editoriales pequeñas, por lo general, piden la colaboración del escritor para promocionar su obra y el escritor se convierte entonces en un hombre-orquesta, un publicista de su obra, porque la propia editorial no tiene mecanismos suficientes. El objetivo, en el fondo, es vender libros.

P. ¿Es tan difícil realmente publicar una novela?

R. Es muy difícil para un escritor novel, para una persona que no ha publicado antes. Si no tienes un nombre, la editorial no quiere cuentas contigo, y si no quiere cuentas contigo, no tienes nombre, no publicas. Es la pescadilla que se muerde la cola. Sin contactos, sin relaciones, no hay nada.

  • "El libro es un producto, aunque dirigido a los sentimientos, a las emociones, al intelecto."


P. Sin embargo, tú mismo en pocos años has publicado dos novelas, un libro de relatos y otro de teatro, y ahora está próxima a aparecer una nueva novela.

R. En la medida de mis posibilidades intento buscar, sin ambiciones, teniendo los pies en el suelo, sabiendo lo que yo puedo ofrecer, procuro buscar editoriales que acepten mi producto, porque al fin y al cabo la obra literaria, o al menos lo que yo escribo, no deja de ser un producto, un producto de consumo por parte del lector. No quiero con ello desprestigiar la literatura, pero el libro es un producto, aunque dirigido a los sentimientos, a las emociones, al intelecto.

P. Tu inspector Homero bebe de las fuentes clásicas del género, ¿te has inspirado conscientemente en alguna figura literaria o es una mezcla de muchas de ellas?

R. Homero es un homenaje a Hercules Poirot, el detective belga de Agatha Christie. Las iniciales del personaje son H.P. y yo busqué, a modo de homenaje, un personaje que tuviera esas mismas letras, que es Homero Pérez. Se trata de un homenaje-parodia, entendiendo parodia en el sentido de darle vueltas al género, utilizando estereotipos, de los que te alimentas, y a partir de ahí intentas innovar o aportar tu pequeño grano de arena. Su tía Maruja es también un homenaje a Miss Marple, la ancianita cotilla de Agatha Christie. Pedro, el agente que acompaña a Homero, está en la línea de parejas famosas que ya inauguró Cervantes con Don Quijote y Sancho, en una fórmula que fue copiada luego por muchos escritores y por el mundo del cine, como El Gordo y el Flaco, por ejemplo, es decir, el contrapunto entre un personaje más positivo y otro negativo, uno más idealista y otro más realista, o más humano y más riguroso, como Sherlock Holmes y Watson. Yo también utilizo estos dos personajes, que funcionan muy bien en el mundo literario, porque los recursos están ya todos inventados.
Son homenajes y a la vez discrepancias. Por ejemplo, una de las críticas que le hacen a Homero es que es demasiado apagado, demasiado serio, pero con ello quería precisamente marcar la diferencia con respecto a un cansancio que veía en la novela americana, que era el inspector cabreado con el mundo, insatisfecho, con problemas de alcoholismo, y como parodia yo he puesto a un hombre que es simple, que tiene su pasado, pero es muy recto.


Félix Ángel Moreno, durante la entrevista.

P. ¿Agatha Christie es uno de tus referentes principales?

R. Independientemente de sus muchos errores, de que hoy día lees su obra y te sonrojan a veces sus opiniones, porque era hija de lo que era, del Imperio Británico, de una época victoriana, muy clasista, sin embargo la gran genialidad de Agatha Christie fue experimentar con todas las posibilidades de variaciones sobre los criminales y de la trama, de tal manera que cualquier recurso en la novela policiaca de hoy ya lo utilizó ella en alguna de sus obras.

P. Recientemente leí un artículo en El País que hablaba del “spaghetti crime”, una especie de boom de la novela negra italiana escrita por jóvenes autores herederos de Andrea Camilleri. ¿Conoces este fenómeno?

R. Conozco un poco la novela negra italiana, porque hay una especie de explotación de lo italiano a partir del éxito de Camilleri. Con Camilleri me pasa un poco como con Agatha Christie, que hay ciertas cosas de él que me sonrojan, porque es muy italiano, muy machista a veces. Pero admiro su manera de narrar, de contar la historia, la tendencia a no irse por las ramas, su sencillez, que la sencillez bien trabajada es muy difícil, y sobre todo su uso de los diálogos. Es un maestro en todas esas cosas. De hecho Camilleri, él mismo lo reconoce, bebía de otro gran autor, el belga Georges Simenón, uno de mis grandes ídolos en la adolescencia.

  • "Siento un poco de frustración por no haber tenido una editorial cordobesa."


P. ¿Cómo te parece que ha sido la recepción de tus novelas en Córdoba capital, donde se localiza la acción de la serie de Homero? ¿Has obtenido el reconocimiento que esperabas?

R. Bueno, la palabra reconocimiento quizás sea demasiado pretenciosa para mí. Me hubiera gustado, no tanto reconocimiento, no es la palabra que yo usaría, sino que hubiera llegado más a los lectores cordobeses y siento un poco de frustración por no haber tenido una editorial cordobesa, que en aquella época había varias, una incluso con una colección de novela negra. Yo estaba firmemente convencido de que había un lector cordobés al que podía interesarle mi producto, porque sé que hay un nicho de lectores a los que les gusta la Córdoba de principios de siglo, en la que está ambientada mi novela, pero enseguida te das cuenta de que no tienes mecanismos para poder llegar a esos lectores, empezando por las propias editoriales. Yo le mandé mi novela a las editoriales cordobesas, pero no me atendieron, no me recibieron ni me quisieron escuchar, y evidentemente ya con eso lo tienes todo cerrado. De las editoriales que había en Córdoba a las que mandé el manuscrito, tres no me contestaron y otra me dijo que lo leería y al día siguiente ya me mandó un correo diciéndome que no querían cuentas con la novela, que yo pensé, o se la han leído en toda una noche, y si se la han leído en una noche es que les ha tenido que atraer, o directamente la han tirado a la basura. Y en esto Córdoba no es una excepción, sino que ocurre en todas partes, si tienes nombre escribes sobre el escarabajo pelotero y te lo publican y si no tienes nombre, pues no hay manera.

P. En tus novelas Córdoba es una ciudad lo que llamaríamos “provinciana”, con su casino, sus caciques y señoritos y sus pobres de solemnidad en la puerta de las iglesias ¿Cómo te has documentado para ofrecer la imagen que quieres de la ciudad?

R. Es la Córdoba que yo retrato, no me invento nada. Tuve la fortuna de que mi suegra tenía una gran cultura oral, una memoria viva sobre la Córdoba de aquella época, conocía muchas anécdotas y poseía una abundante documentación y libros sobre aquellos años. Es una Córdoba provinciana, sí, pero que ya empieza a ser moderna, con sus primeros ascensores, sus primeros coches, la llegada del ferrocarril, que estructura la ciudad, pero al mismo tiempo una Córdoba caciquil, de señoritos y condes.

P. ¿Por qué has situado a tu inspector en ese momento histórico precisamente, a comienzos del siglo XX?

R. Por varios motivos. El primero, porque era un homenaje a la Belle Epoque, a la época de Agatha Christie y de Sherlock Holmes. La Inglaterra de principios de siglo me gusta muchísimo. Y en segundo lugar porque no había en la ficción cordobesa absolutamente nada de esa época. Finalmente, también por motivos prácticos: la policía de aquella época era una policía menos científica, más de patearse las calles, de hablar con los sospechosos. A mí me interesa en la novela más el aspecto psicológico, como decía Poirot, hablar con los personajes, dialogar, intentar que te digan cosas.

P. En lo que conoces, ¿te parece que la Córdoba de hoy ha cambiado mucho en lo fundamental con respecto a la Córdoba de principios de siglo que aparece en tus novelas?

R. Precisamente la novela que voy a publicar próximamente también está ambientada en Córdoba, pero en la actualidad. La Córdoba actual es distinta. En primer lugar porque la Córdoba actual es una ciudad de inmigración, de emigración de los pueblos. La Córdoba de principios de siglo es un pueblo grande de unos 45.000 habitantes y la actual tiene unos 300.000. Esos 250.000 de diferencia son debidos básicamente a la emigración que se produjo desde los pueblos, entre otros de Los Pedroches. Esa inmigración creó una Córdoba que ya no es tan caciquil, que está dividida en barrios, muchos de ellos obreros, pero que conserva sus clases sociales muy definidas por zonas, la alta sociedad en El Brillante, los barrios más humildes en las afueras y una clase media en torno a las Tendillas y el centro. Hoy, con el pelotazo urbanístico, se ha modificado la estructura de la ciudad con otro diseño determinado. En esta novela aparecen distintos personajes de diferentes barrios que me permiten realizar un análisis social de esa Córdoba. Aunque es una novela ambientada en Córdoba, los protagonistas son de Los Pedroches, emigrantes de los 70 que se instalan en la capital de la provincia. Quiero reflejar cómo cordobeses de cuatro o cinco generaciones hay muy pocos en Córdoba, la inmensa mayoría de los que tienen 40-50 años probablemente sus padres o sus abuelos nacieron en los pueblos. Intento reflejar eso.


Félix Ángel Moreno al término de la entrevista.

P. Un revólver en la maleta es una novela clásica del género, con su crimen en la primera página y su resolución en la última. Estaré esperando para matarte, aunque a mi parecer no es una obra tan redonda como la primera, tiene una estructura más compleja y más arriesgada, en realidad son dos casos que podrían ser dos novelas diferentes. ¿Te planteas estos retos estructurales como una forma de innovación, para huir de los clichés?

R. De hecho la nueva novela presenta también una estructura diferente, dividida en varias partes. Lo principal es no aburrirse como escritor, para evitar el cansancio, pero no buscando fórmulas de éxito, porque creo que ya esta todo inventado.

P. Además de novelas, has publicado también un libro de relatos localizados en diferentes pueblos de Los Pedroches. ¿Son nuestros pueblos un escenario propicio para el relato de investigación?

R. Pues sí, lo son. En realidad, utilizo personajes de Los Pedroches en todas mis novelas. La intención era crear un personaje amable y situar en la comarca diferentes historias, que no quería que fueran cruentas, sino historias sencillas, crímenes “domésticos”, los cuales, en el fondo, están motivados por los mismos sentimientos o bajas pasiones que los crímenes más grandes: el odio, la ambición, la envidia, en fin, los males del ser humano. Intenté crear unas historias más sencillas, más tranquilas. Pero, de todas formas, me quedé ahí con la espinita clavada y ahora estoy terminando una novela de Homero que se sitúa también en Los Pedroches, aunque quién sabe cuándo saldrá.

P. Precisamente esa era una de las preguntas que te quería hacer, puesto que creo recordar que Homero es originario de Pozoblanco, aunque también tiene vínculos con El Viso, si era posible que algún día lo leamos investigando un caso en Los Pedroches.

R. (Ríe) Sí, sí, sí, está investigando.

P. ¿Tendrá continuidad la inspectora Julia?

R. Ahora mismo no. La dejé ahí tranquila en su silla de ruedas dando sus paseos y me embarqué en otras historias del inspector Homero.

P. ¿Cómo crees que se ha recibido en Los Pedroches tu obra?

R. Yo creo que aquí tengo mis lectores. Creo que el Premio Solienses marcó un punto de partida porque permitió que la novela fuera conocida y crear unos lectores. Porque no nos engañemos, la novela negra, la novela policiaca, sin lectores no existe. Y no existe por varios motivos. Lo primero porque necesitas a los propios lectores para retroalimentarte, para conocer tus propios errores, porque el lector con sus opiniones a menudo te marca los pasos, te abre caminos, que luego puedes seguir o no, y es el acicate para continuar escribiendo. Y yo reconozco que mis lectores están en Los Pedroches y en buena parte se lo debo a que Solienses ha promocionado mucho el personaje.

P. ¿Cómo valoras el ambiente cultural en Los Pedroches? ¿Crees que hay interés por la literatura?

R. Hay una gran cantidad de escritores en Los Pedroches, bien nacidos aquí o bien que desarrollan aquí su labor. El ambiente en ese sentido es sano y goza de una gran salud. No creo en realidad que sea muy distinto de lo que pueda haber en otras comarcas, pero en Los Pedroches lo que ha marcado la diferencia en estos últimos tiempos ha sido el proceso de alfabetización muy grande que hemos tenido en la etapa de la transición democrática hacia adelante, que ha permitido pasar de una España rural donde solo sabían leer y escribir las fuerzas vivas, que eran los que movían el cotarro cultural de un pueblo, y en cuarenta o cincuenta años hemos pasado a que un porcentaje muy elevado de la población española rural tenga incluso estudios universitarios. Es evidente el nivel sociocultural y el avance descomunal que ha tenido España. Y Andalucía, digan lo que digan. En Los Pedroches, mi apreciación es que por el hecho de haber sido una zona más aislada ha habido un interés por parte de muchas personas que no tenían cultura por que sus hijos tuvieran lo que ellos no habían tenido. La cantidad de personas que hoy tienen cuarenta o cincuenta años que han podido estudiar gracias al sacrificio de sus padres ha sido muy grande y eso también ha elevado mucho el nivel cultural y el interés cultural de Los Pedroches.

P. ¿Conoces la obra de otros autores de Los Pedroches?

R. Procuro leer lo que puedo. Leí con mucho interés el último Premio Solienses e hice una pequeña reseña. He leído también alguna novela de Mikel Murillo, su historia de la serie Z, de zombies. Por supuesto, tenemos poetas consagrados, como Francisco Onieva o Alejandro López Andrada.

P. Ahora os voy a hacer un pequeño reproche a los escritores de Los Pedroches. Personalmente, me parece que os implicáis poco en asuntos de tipo social y cultural que afectan a la comarca. Me refiero a que no se escucha mucho vuestra voz (no me refiero expresamente a ti, sino en general) cuando hay asuntos sobre los que debatir. Vuestra opinión autorizada, avalada por una obra literaria detrás, podría ayudar a crear opinión pública.

R. En mi caso, reconozco que soy como una pequeña tortuga que me meto en el caparazón y escribo, pero pienso que yo no soy un intelectual, lo digo sin falsa modestia, sino con convicción, yo simplemente escribo unas noveluchas, nada más, y a través de ellas intento dar mi visión del mundo o juzgar y criticar cosas que no me parecen adecuadas o intentar hacer reflexionar al lector sobre cosas que me parecen oportunas, pero pienso que si opinara sobre otros temas podría acabar metiendo la pata. De hecho, es una de las cosas que me sonroja en escritores que admiro mucho por su obra literaria, pero que cuando abren la boca sobre ciertos temas piensas que más valdría que se ciñeran al aspecto literario.

P. ¿Un escritor puede no ser comprometido? ¿Puede mantenerse al margen de lo que está sucediendo?

R. No es cuestión de mantenerse al margen. No es por no meterse en problemas, sino porque personalmente pienso que mi opinión no merece más la pena que la de otra persona, porque soy un ciudadano más, con mi opinión, pero que es tan válida como la del jardinero. No creo que tenga autoridad moral para expresarla públicamente.

  • "La novela policiaca es un trabajo de relojería, hay que sembrar dudas en el lector e ir dejando pistas, y eso necesita una gran planificación."


P. Una curiosidad como lector. ¿El autor sabe desde el principio quién es el asesino o lo decide en el transcurso del proceso de escritura?

R. Depende del escritor, hay autores que empiezan y van cambiando sobre la marcha. Yo no. Yo soy más del estilo Pedro Almodóvar, que cuando empiezo la novela lo tengo todo atado y bien atado. El primer método tiene la ventaja de que quizás en el proceso de escritura una chispa de genialidad te cambia la novela para mejor, pero veo el problema de que puedes meterte en un callejón del que luego no sepas cómo salir. En mi caso no, yo lo tramo todo desde el principio y sé ya quién es el asesino.

P. Juan Bosco Castilla, que también escribe novelas de investigación policiaca, decía que él no tiene un planteamiento claro de la novela cuando empieza a escribirla, sino que va improvisando sobre la marcha. ¿Cuál es tu método de escritura?

R. En mi caso no. Lo que no significa que no haya cambios. Puede que en determinado momento elimine a algún personaje previsto o le dé más vida o modifique algún planteamiento porque vea que no es muy verosímil, eso me ocurre, pero yo tengo que tener planificada la novela, con su guión y todo diseñado.  La novela policiaca es un trabajo de relojería, hay que sembrar dudas en el lector e ir dejando pistas, y eso necesita una gran planificación.

P. Tú eres profesor de secundaria, y yo también, y por eso sé la dificultad de compaginar la actividad laboral con la creativa. ¿Cómo lo consigues?

R. Generalmente convirtiéndome en un ser noctámbulo. Escribo por la noche, cuando ya la casa está tranquila. La noche ofrece el sosiego necesario para la escritura, aunque el cansancio puede jugar en tu contra.

P. Hablemos, finalmente, de tus próximos proyectos. Pronto aparecerá tu nueva novela.

R. Acuérdate de Paula porque vas a morir, una novela ambientada en la Córdoba actual. No es una novela policíaca, es más negra, sobre una venganza. Gira en torno a una familia humilde oriunda de Pedroche que emigra a Córdoba, con la que quiero reflejar las distintas clases sociales que hay en la ciudad.

P. ¿En qué trabajas ahora?

R. Escribo más que publico. Mientras voy escribiendo una historia se me ocurre otra y, mientras mi cerebro no se seque, yo continúo escribiendo, sin preocuparme tanto de la publicación. Porque creo que me va a ocurrir como a Forrest Gump, que se pasa la vida corriendo y de pronto se para y dice “Me voy a mi casa”. Entonces creo que me llegará también un momento en que me diré, “Pues ya no tengo más ganas de escribir”. Cuando me ocurra eso, puede que tenga cuatro y cinco novelas ya metidas en el cajón. Yo escribo mientras me apetezca escribir, me resulte placentero o tenga algo que decir.

P. ¿El género teatral lo tienes olvidado, fue una experiencia puntual?

R. No. En realidad tengo tres o cuatro obras de teatro inacabadas, de la época en la que tenía menos confianza en lo que yo escribía. Es posible que retome alguna en cualquier momento.

P. ¿Y la poesía?

R. No es un género que se adapte a mi manera de trabajar. Es como más de chispazo y yo necesito una mayor planificación. Lo que sí escribo son relatos.

Y ahí lo dejamos. La tarde amenaza tormenta. Félix Ángel me invita al café y me acompaña hasta mi coche, mientras continuamos hablando de su método de escritura, del curso a punto de comenzar, de su trabajo en el Instituto Ricardo Delgado Vizacíno, de Los Pedroches, de nosotros...

Hace tiempo escribí en una entrada de Solienses que mi máxima ilusión literaria es aparecer como personaje en una novela de Félix Ángel. Allí decía que, preferentemente, como asesino, pero me conformaría también con un honor más pequeño. Estaba pensando en Javier Marías, que siempre se las ingenia para sacar a Francisco Rico como personaje, en una escena secundaria o principal, y al parecer esto le fue solicitado por el propio profesor, que figura ya en una de sus primera novelas (Todas las almas). Sería como un cameo, como un extra con línea. Yo ahí lo dejo caer, por si cuela.

1 comentarios :

Anónimo | miércoles, septiembre 13, 2017 12:06:00 p. m.

Confieso que la novela negra no me atrapa en exceso. Prefiero el cine negro, o sea, una novela negra llevada al género cinematográfico. Quizá la causa esté en mis lecturas juveniles: en la década de los cincuenta y en nuestros pueblos qué íbamos a leer cuando abandonábamos el Guerrero del Antifaz, Puk, el hombre de Piedra, Pacho Dinamita o Roberto Alcázar y Pedrín. También El Cachorro. Qué profesores se tomaban la molestia de recomendarte ésta o aquella lectura cuando ellos estaban pensando siempre en sus cochinos. Somos hijos de nuestra adolescencia y juventud. Por eso me encanta leer las contestaciones de nuestro paisano Félix Ángel cuando habla de sus lecturas y su afición. ¡Quién hubiera podido leer en su despertar al mundo y la cultura a Georges Simenón! Estaba el cine, eso sí. Las películas de indios y los dramas censurados. Pero aquello era ya cultura. ¡Bendito sea el cine! Félix Ángel es un escritor de raza, con todas las características para llegar lejos. Escribir, escribir, esa es la solución, que ya se irá conociendo la obra. Ser humilde pero no demasiado. Y de tortuga nada, que ya has llegado lejos. Adelante

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