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De impuntualidades y miembras



Faltas de impuntualidad

En el que un día presumió de ser el ayuntamiento más transparente de España (gloria pasajera hoy venida a menos), no hay tiempo en el pleno para contestar las preguntas de la oposición. Los partidos, por esta razón, se ven obligados a entregarlas luego por escrito y sentarse a esperar a que el equipo de gobierno tenga a bien responderlas. En el escrito que con tal motivo ha presentado el grupo municipal del PSOE-A leemos, entre otras cuestiones, un ruego dirigido directamente al señor alcalde: "Venimos asistiendo por parte de nuestro grupo municipal a constantes y acuciantes faltas de impuntualidad por parte del Alcalde don Santiago Cabello Muñoz, tanto en actos oficiales como en reuniones con la ciudadanía y colectivos”. Me temo que los socialistas pozoalbenses, pretendiendo una censura, han terminado realizando un elogio a la puntualidad del primer edil. Puesto que una "falta de impuntualidad", fuera del lenguaje jurídico, no puede sino significar "ausencia de impuntualidad", es decir, puntualidad extrema, potenciada aquí por el adjetivo "acuciante". Vale, sabemos que lo que quieren decir es otra cosa, puesto que llueve sobre mojado, pero si nos atenemos a la literalidad de lo escrito, Santiago no debería sino agradecerles a los socialistas que lo miren con tan buenos ojos.


Detalle del cartel anunciador de los actos del Día internacional contra la violencia hacia las mujeres en Pozoblanco.

Miembra

La palabra "miembra" la utilizó por primera vez en la vida pública la ministra socialista Bibiana Aído, que lo fue de Igualdad entre 2008 y 2010. Conscientemente o por desconocimiento, abrió un camino y rompió una frontera, única forma de avanzar en la destrucción de las barreras mentales. Enseguida se le hizo notar, entre injurias y aspavientos dignos de mejor causa, que la palabra no estaba aceptada por la RAE y la anécdota se convirtió en excusa para un ataque público de índole machista que acabó por resultar muy bochornoso, especialmente porque en él intervinieron con poco sosiego personas doctas e instruidas (varones, mayormente, como Pérez Reverte, que la llamó "tonta, analfabeta, pava, estúpida, iletrada...", o Darío Villanueva, qué creyó ver en tal incorrección lingüística el final de la especie). Luego, con el tiempo, la cosa se fue calmando.

La palabra "miembra" no está recogida por la Real Academia, aunque sí está formada correctamente según los procedimientos normativos de nuestra lengua. ¿Qué hace falta para que sea admitida en el edén del Diccionario? Que los ciudadanos la utilicen, que su uso nos la haga familiar al oído y que la costumbre a base de empleo le quite el componente de rareza que la acompaña todavía. Torres más altas han caído.

En este caso, sin embargo, la batalla no es solo lingüística, obviamente, sino que late en ella un componente de reivindicación feminista sin cuya consideración no se entendería el revuelo. Decir "miembra" pudo ser una incorrección la primera vez que se utilizó en el solar patrio (puesto que, al parecer, en Hispanoamérica es más habitual su uso), pero desde entonces su empleo obedece a una voluntad de denunciar el lenguaje sexista y la naturaleza patriarcal de la propia sociedad a partir de sus usos lingüísticos. Los nuevos masculinos de las palabras son aceptados más fácilmente que los femeninos, se dice: véase matrón frente a jueza, con la que todavía hay reticencias. Obcecarse en el uso de "miembra" no es sino una forma de luchar activamente por la igualdad en el lenguaje, con el riesgo de que a algunos les parezca tan deleznable como cuando a la mujer se le permitió acudir a la universidad o acceder al voto. Son pequeños logros que permiten ir subiendo la escalera.



2 comentarios :

Anónimo | miércoles, noviembre 08, 2017 11:49:00 p. m.

Que salga ya!...el troll, que tengo mono...

Anónimo | domingo, noviembre 12, 2017 10:49:00 p. m.

Miembra? Este pais no tiene futuro.

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